viernes, 13 de marzo de 2015

EL INGRESO DE BACHILLER

Aquel día me levanté más temprano que de costumbre. Era un día de labor, pero mi madre me había preparado la ropa de los domingos. Tenía 11 años y  esa mañana haría una de las cosas más importantes de mi vida. Desde hacía varios meses, la maestra de la escuela me había estado preparando para ese momento. Presentarme al examen de Ingreso de Bachiller. Era la primera vez que me sentía importante. 

Llegué al Instituto Masculino de Basauri,  donde debía hacer el examen,  antes de la hora prevista y con muchos nervios pero convencida de que, ahora, me tocaba a mí demostrar todo lo que había aprendido.  

El examen constaba de dos partes: una escrita y otra oral. Ésta era la peor porque debía responder a las preguntas delante de unos señores muy serios que llamaban “El Tribunal”. 

Una semana más tarde, las listas de los exámenes se exponían en el tablón de nuncios del Instituto. Encontré mi nombre y seguido, en el margen derecho,  una palabra “Aprobado”. Volví a mirarlo para cerciorarme. Era cierto. Estaba aprobada. Era magnífico. La sensación de alegría, nervios, emoción se mezclaban. Llegaría a casa y lo celebraría con mis padres. Después, iría  a comunicárselo a la maestra, aquella que me había preparado y, además, me despediría de Ella. Ya no volvería a la escuela y tampoco estaría con mis compañeras. El próximo curso empezaría en el Instituto con nuevos compañeros y nuevos profesores. Todo sería distinto. 

Con el examen de Ingreso de Bachiller sentí que era la primera vez que hacía algo que cambiaría mi vida. 



Isabel Gallego

1 comentario:

  1. Tenías valentía e ilusión a los 11 años. Demuestra que ya sabías lo que querías. Seguro que todavía recuerdas a la maestra que te preparó. La ropa de los domingos es de otra época, es también parte de mi pasado.

    ResponderEliminar