viernes, 24 de abril de 2015

EL SERVICIO MILITAR

Cuando yo tenía veinte años, me vino la carta para que me presentara a Garellano. Fui allí y me dijeron que ya estaba alistado.
A los pocos meses, ya sabía donde me tocaba: a las Islas Canarias.
Al conocer la noticia, me puse muy triste, pues tenía que ir muy lejos. El día llegó, y me tuve que ir; pues a despedirme sólo vinieron mi madre y mi novia. El tren tenía como destino Zaragoza; allí pasaríamos la noche y, al día siguiente, cogería el Hércules que nos llevaría a Tenerife. Al llegar al campamento me pareció precioso. Estuvimos descansando, y al día siguiente, nos dieron la ropa para empezar la instrucción. Pasamos tres meses agotadores, pero ya había pasado lo peor. Ahora me destinaban a La Palma, una isla pequeña, pero muy bonita. Ahí hice amigos y, en especial, al mejor amigo: mi amigo Tomás. Allí me pusieron de cabo primero de cañones sin retroceso. Todo cambió, y al cabo de un tiempo estaba ya como en mi casa.


                                                         Esteban  Gil

1 comentario:

  1. Me alegro que al menos pasases una buena mili.A mi marido le toco Valladolid en aviación, pero estuvo en perreras y también paso una mili buena.

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